jueves, 20 de agosto de 2009

MIRANDO CON EL OJO DEL ESPIRITU











MIRANDO CON EL OJO DEL ESPÍRITU


….


Cuando el silencio resulta insoportable…


Cuando el alma se encoge por "falta de ruido"…


… Cuando las profundidades del corazón en las que habita la verdad palpitan vehemente para deshacer el mutismo y la soledad…


Es cuando se requiere hacer gala del ritmo interior para reflejarlo como en un espejo…


Y, es que el mejor, por no decir el único espejo que tenemos, pues, es nuestra alma; lo que no quiere negar que el espejo que tiene nuestra alma, sea, a su vez, el tiempo.


Cierto es que hace algún tiempo me perdí en sitios distintos a éste que, de alguna manera nos relacionó, confraternizó y hasta en ocasiones nos hermanó; por lo que es menester afirmar que bajo indiscutible disculpa mía por no haber dado cuenta en su oportunidad de ello, nunca he dejado de pensar en los gratos y dulces momentos que compartí en este ultra sideral lugar ni de las personas cuya bondad, atención y paciencia me otorgaron el gratísimo placer de sentirme vivo…


Esto, de por sí, contrae una deuda…


Deuda que estoy dispuesto a afrontar en la medida de mis posibilidades y con la anuencia de ese corazón que me aprecia.


… A los pies de los nevados que se encuentran en la meseta del collado, se pueden ver a veces pequeños remansos o discretas lagunas en los que dichos nevados se reflejan de un modo tan nítido que, en una fotografía, uno duda en ocasiones de qué parte está la verdadera montaña y de qué parte la reflejada… Esa misma sensación brilla hoy en mi alma al asomarme en mi bandeja de correo… Y es que encuentro tantos y tan bellos mensajes aún a pesar del tiempo transcurrido y en el que no tuve ocasión de comunicarme… Hecho que me hace estremecer hasta la médula y contener a fuerza de dolencia algunos cristales que seguramente me hubiesen bañado el rostro.


Aquí es donde se puede afirmar que la simple existencia corrobora la presencia viva de la amistad sin rostro, de la simpatía sin semblante, del afecto sin fisonomía, del apego sin aspecto, de la estimación sin continente… en fin… del aprecio sin perfil…


Situación que me obliga a desdeñar cualquier tensión frente a cualquier reto y más bien, acicalarme en las bondades de la comprensión, de la esperanza y del anhelo de poder volver a confraternizar por estos caminos con mejor vehemencia y superior energía aunque tal vez ya no con la misma periodicidad que antes.


Aún a riesgo de pecar de reiterante, quiero decir que agradezco desde lo más profundo de mi alma el hecho de que existas, así como también doy gracias a Dios por darme esta nueva oportunidad.


E.G.M.


comparto


Besitos


Noemí


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